Canarias cuenta en la actualidad con más de 80 variedades diferentes de Vides identificadas y conserva un extraordinario patrimonio vitícola, en gran parte endémico. Es una de las cuatro regiones a nivel mundial totalmente exenta de la terrible plaga de la filoxera. Se desconoce con exactitud el motivo de esta inmunidad, pero la realidad es que nunca se ha detectado la presencia de este insecto en ninguna de las Islas. Como consecuencia, todo el viñedo está a pie franco, posibilitando una interacción total planta-suelo, lo que en parte explica la marcada mineralidad de los vinos canarios.
La vid llega a Canarias con los primeros colonos, a partir de 1402, con orígenes muy diversos: españoles de distintas regiones, portugueses, flamencos, genoveses, etcétera. Esta variedad se traduce en una gran diversidad en el origen vegetal, así como en las prácticas de cultivo que cada uno de ellos introducía en las Islas. Por esta razón, es difícil decidir si somos el último país vitícola del viejo mundo o el primero del nuevo mundo. La reconversión sufrida en el continente a raíz de la llegada de la filoxera y la necesidad de introducir el injerto, provocó que se perdiesen muchas variedades, que en cambio sí se siguen encontrando en las Islas Canarias.